Veterinario: Haz Que Te Prefieran Por Bueno, No Por Baratero
Por Carlos A. Bastidas C.
En los últimos años, nuestra profesión ha sufrido un golpe bajo, y lo más triste de todo es que ese golpe no viene de fuera, sino desde adentro: de nosotros mismos. Se ha puesto de moda creer que “ser más barato” es igual a “ser mejor”, que captar clientes a punta de precios bajos es la ruta al éxito. ¡Nada más lejos de la verdad! No, colega, no eres más noble ni más humano por cobrar menos, mucho menos si lo haces sacrificando tu calidad, tu esfuerzo y la dignidad de tu título.
La medicina veterinaria no es un bazar de esquina. Cada consulta, cada cirugía, cada diagnóstico representa años de estudio, desvelos, lágrimas y sacrificios que costaron sangre y tiempo. Cuando decides competir con precios en lugar de competir con excelencia, no solo te faltas el respeto a ti mismo, sino que le das una puñalada al corazón de nuestra profesión.
Miremos lo que está ocurriendo: campañas de esterilización cobradas a menos de 20 dólares, realizadas en condiciones indignas, sobre una piedra de lavar ropa, sin asepsia, sin protocolos, sin ética. ¿Eso es medicina veterinaria? No, eso es un insulto a todo lo que significa portar la bata blanca. Y lo peor es el mensaje que enviamos a la sociedad: que una cirugía es algo tan simple que cualquiera la puede hacer, que la medicina veterinaria es un oficio menor y no una ciencia, que no se necesita preparación ni calidad, solo “ser barato”.
El daño es profundo. El cliente empieza a creer que tu servicio no vale lo que vale. Los colegas se dividen, unos defendiendo el valor de su conocimiento y otros rebajándose a ser mercaderes sin criterio. Los pacientes , los verdaderos protagonistas de nuestra vocación, terminan siendo víctimas de esta competencia desleal, insumos de mala calidad, procedimientos a medias, cirugías sin estándares, vidas puestas en riesgo por ahorrar unos centavos.
Pero aquí te invito a despertar, colega. El éxito verdadero no se mide en cuántos clientes atraes bajando precios, sino en cuántos pacientes salvas ofreciendo lo mejor de ti. Haz que te prefieran por tu calidad, no por tu baratura. Haz que regresen porque confían en tu criterio, porque saben que tus manos y tu conocimiento son garantía, porque entienden que lo justo se paga con gusto.
No más aplaudir la mediocridad. No más permitir que se tire a la basura el esfuerzo de tantos médicos veterinarios que han levantado esta profesión con orgullo y dignidad. El respeto no se mendiga, se gana. Y si tú no respetas tu trabajo, nadie lo hará.
La decisión es tuya: ¿quieres ser recordado como un médico veterinario que dejó huella por su excelencia, o como uno más que devaluó su título en una carrera absurda por ser “el más barato”?
Se tenía que decir, y se dijo.
El futuro de nuestra profesión está en nuestras manos. Valórate, respétate y haz respetar tu labor. El día que todos entendamos que la grandeza de ser veterinario está en la calidad, no en el precio, habremos dado el paso definitivo hacia la dignidad que tanto buscamos.
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