“El Bushido Veterinario: Honor, Compasión y Disciplina en la Ciencia del Cuidado Animal”
Por Carlos A. Bastidas C.
El código del Bushido, el camino del guerrero samurái, puede parecer a simple vista una reliquia de la historia japonesa, un conjunto de ideales de una era lejana. Pero quienes ejercemos la Medicina Veterinaria encontramos en ese código una guía tan vigente como necesaria. En un mundo donde el valor del trabajo muchas veces se mide en cifras y no en principios, rescatar la ética del guerrero nos recuerda que la verdadera grandeza no está en lo que hacemos, sino en cómo lo hacemos.
El Bushido se fundamenta en siete virtudes, Rectitud, Coraje, Benevolencia, Respeto, Honestidad, Honor y Lealtad. Cada una de ellas puede y debe reflejarse en la práctica diaria del médico veterinario, no como un decálogo rígido, sino como una filosofía de vida que dignifica nuestra profesión.
Rectitud (Gi):
La rectitud es el pilar del Bushido y en la veterinaria se traduce en tomar siempre decisiones éticas, incluso cuando son las más difíciles. Ser recto no es solo cumplir con un código deontológico, sino ser capaz de decir “no” a lo que sabemos que daña al paciente o degrada la profesión, aunque eso implique perder un cliente o un ingreso. La rectitud del veterinario se demuestra en el quirófano, en la consulta, y también en cómo trata a sus colegas.
Coraje (Yu):
El coraje del veterinario no siempre se mide por enfrentarse a un animal agresivo o una cirugía compleja, sino por mantenerse firme ante la presión social, las críticas injustas y la incomprensión de quienes creen que nuestra labor “no vale tanto”. Ser valiente es tener la fuerza para seguir estudiando cuando el cansancio pesa, para consolar a una familia en la eutanasia de su compañero, y para sostener la vocación incluso en tiempos de desánimo.
Benevolencia (Jin):
El samurái usaba su fuerza para proteger, no para dominar. De igual forma, el veterinario utiliza su conocimiento para aliviar el sufrimiento, no para lucrar del dolor. La benevolencia no significa regalar el trabajo, sino practicar la medicina con compasión, entendiendo que detrás de cada paciente hay una historia, un vínculo y un amor que merecen respeto.
Respeto (Rei):
El respeto es la base de toda convivencia humana y profesional. En veterinaria, implica tratar con dignidad a los animales, a los tutores y a los colegas. El respeto también se refleja en cómo comunicamos, cómo enseñamos y cómo aprendemos. Es entender que nadie sabe todo, pero todos podemos aprender de alguien.
Honestidad (Makoto):
El veterinario honesto es aquel que no promete lo que no puede cumplir, que no maquilla diagnósticos para agradar, ni inventa tratamientos por vanidad. La honestidad no solo genera confianza, sino que eleva la credibilidad de toda la profesión. Es el alma limpia del guerrero que no necesita máscara para actuar con verdad.
Honor (Meiyo):
El honor del médico veterinario no está en los títulos ni en las redes sociales, sino en la coherencia entre lo que predica y lo que practica. Es la satisfacción de saber que cada vida atendida fue tratada con dignidad, y que cada decisión se tomó con integridad. El honor se construye en silencio, día a día, en la consulta y en el alma.
Lealtad (Chugi):
Ser leal a la profesión, a los pacientes, a la verdad científica y a los principios éticos es la última virtud que completa este camino. La lealtad implica apoyar al colega en lugar de denigrarlo, defender la medicina basada en evidencia y mantener el compromiso con la salud animal por encima de intereses personales.
Aplicar el Bushido en la medicina veterinaria no significa idealizar el pasado, sino rescatar lo mejor de él,el espíritu del guerrero que sirve, no el que destruye. En cada bisturí, en cada diagnóstico, en cada mirada a un paciente que no puede hablar, podemos ser samuráis modernos, guiados por el honor, la compasión y la disciplina.
Porque al final, más allá de las batallas diarias, el verdadero triunfo del veterinario está en ejercer su arte con alma de guerrero y corazón de sanador.
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