Título: “Lo Que No Es Nuestra Culpa: La Verdad Que Todos Deben Saber Sobre los Médicos Veterinarios”
Por Carlos Arturo Bastidas Collantes
Hay cosas que deben decirse fuerte y claro: ser médico veterinario no significa ser mago, ni mártir, ni financiero de nadie. Nuestra vocación es cuidar la salud de los animales, sí, pero eso no implica que carguemos con la irresponsabilidad, el descuido o la desinformación ajena. Hoy quiero hablar de eso que no es, ni será jamás, responsabilidad del médico veterinario, aunque muchos insistan en señalarnos con el dedo cuando las cosas no salen como esperaban.
No es nuestra culpa que lo traigas tarde.
Tu perro o gato lleva días vomitando, con diarreas, sin comer, y solo cuando ya está decaído, flaco, con los ojitos hundidos, decides venir a consulta. ¿De verdad esperabas un milagro? Somos médicos, no dioses. A veces la diferencia entre la vida y la muerte está en el tiempo que tú, como tutor, te demoras en actuar. No somos culpables de lo que ignoras, de lo que pospones, de lo que te negaste a ver.
No es nuestra culpa que no sigas el tratamiento.
Te damos una receta, te explicamos con paciencia, a veces hasta por escrito y por WhatsApp. Pero decides que “ya se ve mejor” y le suspendes los antibióticos. O te parece “excesivo” el tratamiento. ¿Y luego vuelves, indignado, porque no mejoró? No, no es nuestra culpa. Es tuya, por creer que sabías más que nosotros. Nosotros estudiamos años, tú viste un video en TikTok. No es lo mismo.
No es nuestra culpa si no puedes pagarlo.
Nuestra misión es prepararnos al máximo, ofrecer diagnósticos certeros, tratamientos efectivos, medicina de calidad. Pero eso cuesta. Equipos, exámenes, insumos, personal, tiempo… todo vale. No podemos regalarlo, no porque no queramos ayudarte, sino porque también tenemos familias que alimentar y clínicas que sostener. Si tu economía está mal, lo lamentamos profundamente, pero no podemos cubrirla con nuestro trabajo. La vocación no paga la luz.
No es nuestra culpa si no haces controles.
Una consulta no sustituye los chequeos periódicos. La medicina preventiva salva vidas. Pero si vienes solo cuando el animal está al borde del colapso y no permites hacer exámenes, ¿cómo esperas que hagamos un buen trabajo? La salud cambia día a día. Si no nos dejas monitorear, si nos ocultas datos, si vienes solo “cuando toca la vacuna”, no nos culpes por lo que no se vio a tiempo.
No es nuestra culpa tu dolor.
Lo sentimos contigo. Lloramos muchas veces en silencio. Nos duele ver partir a pacientes que conocimos desde cachorros. Pero no podemos cargar con todo el peso emocional de cada tutor. Si nos rompemos por dentro cada vez, dejamos de ser útiles. Nuestra empatía tiene límites, y eso no nos hace fríos: nos hace humanos que necesitan mantenerse de pie para poder ayudar.
No es nuestra culpa la irresponsabilidad de otros.
Perros sin vacunas, sin esterilizar, que vagan, que pelean, que se enferman por negligencia… No podemos asumir esa culpa. Hablamos, educamos, insistimos. Pero si no nos escuchan, si no valoran nuestro criterio, no esperen que recojamos los pedazos cuando todo estalle. No nos corresponde.
Este no es un grito de queja, es un llamado urgente a la conciencia colectiva.
Los médicos veterinarios amamos lo que hacemos, pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos tutores comprometidos, informados, responsables. No héroes de último minuto. No jueces implacables cuando las cosas no salen como esperaban, después de haber ignorado cada advertencia.
Así que la próxima vez que quieras señalar con el dedo al veterinario, primero mírate en el espejo. Porque quizás, solo quizás, la responsabilidad de lo que pasó… no es nuestra.
Comparte este mensaje. Que se escuche en todas partes. Porque ya basta de culparnos por lo que no nos corresponde.
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