Título: Los acompaño con mucho cariño en su duelo! (Palabras de un veterinario a una familia frente a la pérdida de su mimado)
Por Carlos Arturo Bastidas Collantes
Hoy, el silencio pesa más que de costumbre.
Hoy, los pasos se sienten más lentos en casa,
y ese rincón donde solías estar, ahora parece un altar invisible…
porque lo es.
Porque ahí vivió el amor en su forma más pura:
el amor de un ser que nunca pidió nada a cambio,
que siempre estuvo.
Como veterinario, aprendo todos los días sobre la ciencia de curar,
pero también, con cada despedida, entiendo un poco más sobre el arte de amar.
Y esta vez, el dolor no me es ajeno.
Porque a pesar de la bata, del conocimiento, de la costumbre de acompañar finales,
sigo siendo humano.
Y me duele cada historia que se apaga,
porque sé que no se apaga sola.
Se lleva parte de ustedes consigo.
A esa familia que hoy llora la ausencia de su compañero,
quiero decirle algo desde el fondo de mi alma profesional y personal:
Su mascota no fue “una más”.
No fue “un paciente”.
Fue un capítulo hermoso en la historia de este mundo.
Y ustedes, su familia, fueron el mejor hogar que pudo tener.
Lo vi en la forma en que lo miraban,
en la paciencia con la que enfrentaron los tratamientos,
en el miedo contenido en sus ojos cuando sabían que el final se acercaba.
Y sobre todo, en el abrazo con el que lo acompañaron hasta el último suspiro.
Eso es amor.
Eso es familia.
Tal vez hoy no hay palabras que puedan aliviar lo que sienten.
Y no pretendo dar consuelo barato.
Lo que sí puedo ofrecerles, con total honestidad,
es esta certeza que he aprendido con los años y que sigue estremeciéndome cada vez:
Ningún animal se va sin llevarse consigo un pedazo de nuestro corazón,
pero tampoco se va sin dejarnos el suyo.
Se quedan en los olores que aparecen de repente,
en los sueños donde nos visitan,
en los ruidos que creemos escuchar cuando la casa se queda callada.
No lo olviden:
su mascota no murió,
solo cambió de forma.
Ahora es parte del aire que respiran,
de la fuerza que tendrán para seguir adelante,
de las lágrimas que hoy caen,
pero que mañana serán sonrisas cuando recuerden sus travesuras,
su mirada sabia,
su forma única de decir “estoy aquí”.
Gracias por haberle dado amor.
Gracias por haber confiado en mí,
en esta noble profesión que me permite no solo curar,
sino también acompañar en los momentos más difíciles.
Gracias por haber sido ese hogar que todo ser vivo merece.
Y gracias, sobre todo,
a él,
a ella,
a ese ser que, sin hablar, les enseñó lo más importante:
cómo se ama sin medida.
Con respeto, con cariño y con el corazón conmovido,
me despido junto a ustedes de un ser maravilloso.
Y les prometo, como veterinario y como persona,
que su vida no fue en vano.
Porque si existió amor, entonces existió todo.
Con mucho cariño para Azula! Y a todos mis pacientes que han cruzado el arcoiris! Nos veremos algún día! Siempre llevo una parte de ustedes en mi corazón!
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