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Cómo COMUNICARNOS con los Tutores Y PROTEGERNOS COMO VETERINARIOS por Carlos Arturo Bastidas Collantes

 

EL ARTE DE COMUNICAR Y PROTEGERNOS COMO VETERINARIOS por Carlos Arturo Bastidas Collantes

La medicina veterinaria no solo es ciencia, pasión y entrega. Es también un campo de batalla donde el lenguaje puede ser nuestra mejor armadura o nuestra peor debilidad. Cada palabra que sale de nuestra boca puede construir confianza o desatar una tormenta. En especial cuando la vida de un paciente pende de un hilo, la comunicación con los tutores debe ser clara, directa, sensible y empática. Pero ojo: ser empático no significa ser servil. Somos médicos, no empleados a merced del capricho ajeno. Nos ganamos el respeto con conocimientos, con infraestructura, siendo y pareciendo. Y parte de "parecer" es saber hablar con firmeza, con propiedad y con respaldo legal.

EL LENGUAJE: TU MEJOR ALIADO O TU PEOR ENEMIGO

Un veterinario que no domina el arte de la comunicación está en desventaja. No se trata de hablar bonito, sino de hablar con precisión y seguridad. En una situación crítica, el tutor del paciente puede estar al borde del colapso emocional. Si titubeamos, si dejamos dudas, si usamos un lenguaje tibio, la confianza se evapora y abre la puerta a malentendidos, exigencias absurdas y, en el peor de los casos, amenazas legales. La clave está en el equilibrio:

  • Claridad: No adornemos la verdad. "Su mascota tiene una obstrucción intestinal severa, si no intervenimos ya, morirá." Punto. Nada de eufemismos.
  • Empatía: "Entiendo lo difícil que es esta situación, sé que ama a su mascota y por eso debemos actuar rápido."
  • Firmeza: "Mi responsabilidad es con la vida de su mascota y con mi profesión. Le explico los riesgos y las opciones, pero la decisión debe tomarse ya."

TODO POR ESCRITO: TU SEGURO DE VIDA PROFESIONAL

La confianza es buena, pero la documentación es mejor. Un tutor desesperado hoy puede ser un enemigo mañana si las cosas no salen como esperaba. Por eso, cada procedimiento, cada riesgo, cada decisión debe estar por escrito y con la firma correspondiente. El Consentimiento Informado no es un simple papel, es un escudo que nos protege ante cualquier acusación injusta.

  • Explique los riesgos SIEMPRE. Si es cirugía, si es anestesia, si es un tratamiento agresivo. Todo debe quedar claro y asentado.
  • No opere sin consentimiento. Nada de "después le firmo, doc". No hay firma, no hay procedimiento.
  • Registre cada conversación importante. Si un tutor se niega a un procedimiento necesario, anótelo en la historia clínica y que firme su negativa.

No es paranoia, es supervivencia profesional.

HACERSE RESPETAR: NI UN PASO ATRÁS

La medicina veterinaria es una profesión digna y así debemos defenderla. No somos comerciantes, no estamos "vendiendo" salud. Somos médicos, y la dignidad de nuestro ejercicio no está en discusión. Pero el respeto no se exige, se gana.

  • Con conocimientos. Un veterinario preparado impone respeto sin necesidad de levantar la voz. La ignorancia es la puerta de entrada al irrespeto.
  • Con infraestructura. Una clínica bien equipada, ordenada, con protocolos claros, refleja seriedad y profesionalismo.
  • Con firmeza. "Aquí trabajamos con ciencia y con ética. Si busca otra cosa, este no es el lugar."

No permitamos que nos pisoteen, no caigamos en el juego de las amenazas de redes sociales ni en la cultura del "cliente siempre tiene la razón". Somos médicos, actuamos con ciencia y con base legal.

EL MENSAJE QUE DEBE VOLVERSE VIRAL

Este no es un simple discurso, es una declaración de principios. La veterinaria debe evolucionar, y esa evolución empieza por nosotros. Hablemos claro, protejámonos con documentos y exijamos respeto. La sociedad debe entender que un veterinario no es un "doctorcito de perritos", sino un profesional que salva vidas y que merece ser tratado como tal.

Porque somos y parecemos, porque nos protegemos, porque nos hacemos respetar.






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