Ensayo: Cuando el Error es Maestro y la Soberbia un Obstáculo Por Carlos Arturo Bastidas Collantes Dicen que el conocimiento te da poder, pero el verdadero poder está en saber usarlo con humildad. En la medicina veterinaria, como en la vida, todos fallamos. A veces porque decidimos rápido, otras porque confiamos demasiado o simplemente porque aún no sabemos lo suficiente. Pero cuando presenciamos el error de otro colega, ¿cómo debemos actuar? ¿Desde la cima de un ego inflado o desde la compasión de quien también ha tropezado? La respuesta es sencilla y brutalmente honesta: no somos Dios. Ni tú, ni yo, ni el PhD de peluquín que inspiró estas líneas con su falta de tacto y exceso de soberbia. Por eso, antes de levantar el dedo acusador, conviene mirarse las manos. Todos hemos tenido momentos donde, de haber sido grabados, nos habríamos ganado más de un meme y menos de una estrella. El error ajeno no debe ser pretexto para juzgar, sino oportunidad para educar. Y esa educación no se grita ...
“A los ojos que aún esperan” Por Carlos A. Bastidas C. Llegaste en silencio, sin nombre, sin voz, un susurro de vida que el mundo olvidó. En tu piel se escribía la historia del frío, de calles ajenas, del hambre y del río. Tenías heridas que hablaban de ausencias, de manos que fueron puños sin conciencia. Tus ojos, dos pozos de un lodo sin calma, pero aún con destellos de amor en el alma. Yo, veterinario, testigo del duelo que llevan los cuerpos marcados por el suelo, te vi como a un niño que nadie abrazó, como a un viejo soldado que nunca volvió. No eras paciente, eras rezo y lamento, un grito en la sombra, un sutil desaliento. Y en ese instante sagrado y eterno, supe que el infierno también huele a invierno. Limpiaste mi ciencia con tu humanidad, me hiciste añicos la falsa verdad de que solo curamos con jeringas y bisturí: también sanamos amando, quedándonos allí. Te cobijé con lo poco, con todo mi ser, sabía que quizás no ibas a volver, pero quise que al menos sintieras la calm...